Desenterrando Sad Hill es la historia de una pasión. Es la historia de un grupo de seguidores del film de Sergio Leone, El bueno, el feo y el malo (rodado en España en los años 60), que decidieron recuperar la localización donde se desarrolla la escena cumbre. Aquella en la que Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach se miden en un triduelo mítico. Guillermo de Oliveira vio el valor de aquella gesta y decidió exponerla en una magnífica película documental.
¿Cómo ha sido la evolución del documental desde su estreno?
Parece que acaba de publicarse el documental pero para nosotros ya lleva un recorrido largo desde octubre de 2017 en que lo estrenamos en Japón. Hemos seguido haciendo festivales internacionales, aunque nos costó traerlo a España, porque no conseguíamos tener festivales ni distribuidora, ni el momento adecuado para hacerlo. Pero al final, todo ese tiempo que nos costó traerlo, casi un año, ha jugado a nuestro favor, porque nos ha permitido llegar a las carteleras cuando la gente nos conocía o había oído hablar de la historia. Quizá, si nos hubieran cogido en un festival a las primeras de cambio, en 2017, hubiéramos tenido un estreno menos ruidoso. En este sentido nos ha ayudado.
¿Cómo está siendo la aceptación del público?
Está siendo inmejorable. Sabíamos que teníamos un público “nicho” fiel que iba a responder bien, al que le gusta el spaghetti western o la película El bueno, el feo y el malo, pero poco a poco estamos rompiendo esa barrera. Cada vez hay más gente que se interesa también por la historia, que se ve reflejada en los sueños de la asociación, y que no necesariamente ha tenido que ver la película de Leone. Y cuando alguien así ve el documental y te dice que le ha emocionado y que ha conectado con la historia es el mayor premio que podemos obtener.
Una localización de cine
Hablamos de una historia basada en la pasión de unos seguidores del cine de Sergio Leone y, sobre todo, de la película El bueno, el feo y el malo, que deciden recuperar el cementerio de Sad Hill, donde se desarrolla el momento cumbre de la misma.
Sí. A mí, El bueno, el feo y el malo es una película que me encanta, pero ni siquiera está entre mis favoritas. De Leone, por ejemplo, me gusta más Hasta que llegó su hora. Para mí, lo importante de esta historia no era la película en sí, que también, porque no deja de ser un título clave en la historia del western. Ha pasado el tiempo suficiente para darnos cuenta de que esa película ha marcado una época, muy recordada, y que será vista durante muchos años. Pero lo mismo podría haber sido una localización de Ciudadano Kane, La guerra de las galaxias o El señor de los anillos. Lo importante era la historia, el que esta gente quisiera hacer algo tan poético como desenterrar el cementerio, entregar su tiempo de manera tan altruista a una causa tan loca. Y que encima pudiera llevar a cabo esta quijotada (risas).
Expones fielmente hasta dónde podemos llegar los seres humanos ante una pasión.
Es que creo que es la única manera de hacerlo. Pero pasa lo mismo con la profesión cinematográfica. Para poder hacer todo lo que te exige tienes que amarla. Si me hubieran contratado para hacer este documental no hubiera llamado durante nueve meses a Clint Eastwood. Si me están contratando y lo hago porque me pagan, posiblemente, a los dos meses de haberme dicho que no cuarenta veces, digo, “pues mira, es que no se ha podido conseguir”. Pero cuando lo que te mueve es la pasión, eres capaz de romper ciertas barreras. Es lo que pasa con la asociación. Le mueve el corazón. Y como es algo tan inexplicable…
¿Qué te ha dicho la Asociación Cultural Sad Hill sobre tu película? ¿Qué reacción ha tenido ante tu trabajo?
La asociación la forma mucha gente que ha cavado y trabajado mucho, poniendo cruces… aunque los protagonistas de la película sean cuatro. Para todos los que la componen, el documental ha sido un regalo. Es un recuerdo de todo ese sueño que han vivido. Y en concreto, los cuatro protagonistas, entre comillas, me abrieron sus corazones. Se pusieron delante de la cámara y me mostraron sus sentimientos y sus razones para estar allí. Yo tenía cierta responsabilidad para con ellos. No quería retratarlos como unos frikis, que no me importaba hacerlo; quería que si cuando comenzaras a ver la película los veías como unos frikis, cuando terminara, de algún modo se hubieran humanizado, que cualquiera se viera reflejado en ellos.
¿Cómo surgió este proyecto documental?
Yo no pensaba hacer una película documental, sino un pequeño reportaje, luego un corto documental… y finalmente todo fue como iban desarrollándose los hechos. La reconstrucción del cementerio fue lo que motivó que realizara mi primera película largometraje.
Nueve meses tras Clint Eastwood
¿Cómo te enteraste de la historia?
Llego a esta historia como a cualquier localización de películas, y como aficionado al cine. Cuando viajo llevo en el móvil fotogramas de las películas que se han rodado en esos lugares; a veces planifico alguna ruta en función de la localización… Me gusta ver esos espacios donde se han rodado esas películas, lo cual me permite cierto aprendizaje. Veo cómo los directores aprovechan esos paisajes, qué tiros de cámara buscan, cómo el tiempo transforma esos sitios por donde han estado los actores. Cuando en septiembre/octubre de 2014, un amigo mío escucha en la radio a Sergio y a David hablando de la Asociación Cultural Sad Hill y de lo que quieren hacer, me pasa el enlace y me sorprendo de que exista aún esa localización, pues la daba por extinguida hace 50 años, y me pongo en contacto con ellos. Voy a ver el cementerio, en Santo Domingo de Silos, y me pareció algo mágico. Le seguí la pista y el día que empiezan a cavar después de obtener los permisos, me cojo la cámara y me pongo a grabar lo que queda del cementerio tras 48 años de abandono.
Desenterrando Sad Hill cuenta con un elenco de colaboradores muy importantes, que ofrecen testimonios destacables.
No nos planteamos tenerlos a todos a la vez. Nos poníamos objetivos según avanzábamos. El primero fue Christopher Frayling. Fue abrirnos los ojos ante la gran historia que teníamos entre manos. Nos concedió una entrevista fantástica, de casi dos horas. Por un lado nos hablaba de todas las anécdotas divertidas vividas durante el rodaje de El bueno, el feo y el malo en el año 1966 en España, pero por otro lado fue fantástico al analizar el fenómeno de las razones por las que los fans iban a cavar, de las connotaciones religiosas, de las peregrinaciones a las localizaciones de cine… Él fue como una luz al principio del proyecto. A partir de ahí nos fijamos objetivos más ambiciosos: Álex de la Iglesia, Ennio Morricone, Clint Eastwood, Joe Dante… Fue complicado, pero como al mismo tiempo íbamos grabando la reconstrucción del cementerio, seguíamos intentándolo. El caso de Eastwood supuso nueve meses de llamadas, de emails, de que te digan que no, que no (risas)… Y te sientes pesado, y gilip… porque no eres nadie; somos unos desconocidos, no tenemos a nadie poderoso detrás, y te ves llamando a Clint Eastwood. Te sientes ridículo. Pero al final consigues romper esas barreras de la gente que le rodean, y alucina el día que le cuentan lo que está pasando en España con el cementerio, y nos concede la entrevista. Para ser algo que hemos hecho sin proponérnoslo y ser la primera vez, es para estar muy satisfechos. Estamos teniendo buenas acogidas en los festivales y estamos nominados a los Goya.