Tras su debut en la realización con [Still] love you, Fernando Bonelli nos ha regalado una joya de obra. La Tierra llamando a Ana es su segundo trabajo y nos ha dejado anonadados. Ha tenido la gentileza de atender a Gatrópolis y hablarnos de una historia que nos hace reflexionar sobre algo vital en el ser humano y que en ocasiones obviamos con demasiada alegría.
La Tierra llamando a Ana es el segundo cortometraje de Fernando Bonelli tras [Still] love you. ¿Qué evolución se ha producido como realizador entre un trabajo y otro?
Es una respuesta complicada porque creo que, antes que yo, es más fácil que sea el espectador quien aprecie las diferencias y si ha habido evolución. [Still] love you era lo primero que rodaba. Evidentemente tuve que aprender a marchas forzadas y obtuve algo de experiencia, sobre todo en materia de planificación, que me ha sido muy útil en este segundo trabajo. También es verdad que son dos posicionamientos distintos. El primero lo arranqué enamorado de la idea. Era un “¿Qué pasaría si…?” personal, la necesidad de gritar esa duda en pantalla y plantear una de las muchas posibilidades que podrían ocurrir. La Tierra llamando a Ana es una película que me ha ido enamorando día a día según se iba conformando. A día de hoy me tiene completamente conquistado.
Las dos obras están siendo muy aplaudidas y reconocidas. ¿Esperaba tocar el cielo de esa manera tan contundente en tan poco tiempo?
Soy un aprendiz. Tocar el cielo solo pueden hacerlo los grandes. Ya quisiera yo… Lo que sí estoy es muy contento. Que el público vea lo que vamos rodando y le guste es muy reconfortante y muy de agradecer. Es algo que hacemos con mucho mimo y mucho amor.
En ambos cortometrajes ha trabajo el mismo equipo. ¿Hasta qué punto esa supuesta complicidad es importante para el buen resultado final?
Lo cierto es que, aunque inicialmente era mi intención repetir con el mismo equipo de [Still] love you, hemos tenido que contar con algunas variaciones para este segundo corto. Al final son personas muy preparadas, de primerísimo nivel, con muchas ofertas sobre la mesa, y es difícil que puedan estar libres a la hora de rodar. Mantener un equipo constante siempre es bueno. Pasa en cualquier oficio. Os vais conociendo con lo que ya cada uno intuye al compañero. Eso agiliza mucho el trabajo. También te confieso que es bueno ir sumando nuevas incorporaciones. Hay tanto talento… Debo reconocer que he sido muy afortunado por los dos equipos que me han arropado en ambos rodajes.
La comunicación
¿La Tierra llamando a Ana es una metáfora sobre la incomunicación en la que vivimos actualmente las personas?
Yo lo quise enfocar al revés. Tiendo a pensar en positivo. Para mí es un homenaje a la comunicación y una nota de atención a que la cuidemos. Sin comunicación la historia de Ana y Juan no perduraría. Es ese compromiso que tienen, de hablarlo todo, lo que hace que ‘Ana’ deba reunir el valor para hablar con él de lo que ha visto, aun presumiendo que tras esa conversación puede haber un punto final a su historia. La comunicación es maravillosa. Algo tan esencial, tan primario, es el futuro, es fundamental.
Curiosamente hablamos de incomunicación en la época de la comunicación universal gracias a Internet…
Fíjate, creo que lo cierto es que estamos a tope de comunicación, al menos tenemos las herramientas. ¿Cómo iba yo a imaginar que podría saber de la vida actual de amigos míos del colegio a través de una aplicación? Soy tan tonto que nunca me molesté en preguntarles cómo estaban, qué había sido de su vida. Cuando conecté con ellos por Facebook me llevé un alegrón. Eso me demuestra que yo, de alguna manera, no hacía uso de la comunicación. Estas nuevas herramientas nos dan facilidades, y eso es fantástico. Sí es verdad que debemos aprender a gestionarlas debidamente. No obstante, mi enfoque con la reflexión que hago en esta película es incluso más primario. Esa conversación que dejamos pendiente con nuestra pareja, con nuestra familia, ese no mirarnos a los ojos… Creo que, como apuntaba Manuel Summers, “To er mundo é güeno”. La gente es fantástica y nos perdemos muchas cosas buenas por no comunicarnos más. Y creo que, llevado al mundo de la pareja, al de tus seres queridos, el secreto del amor está en comunicarnos entre nosotros, con palabras, con miradas… Si nos hablásemos más, todo iría mucho mejor, sería más fácil.
Dos personajes mirando al corazón
¿Cuándo se habla con el corazón como lo hacen los personajes de La Tierra llamando a Ana es más fácil comunicarse?
Lo es. Indudablemente. Y cuando te miras desde el corazón, también. Muchas veces una mirada lo dice todo y puede ser suficiente. Creo que el final de [Still] love you ya nos trasladaba a ese planteamiento. Ni una palabra. Decirte todo con el gesto, mirándonos a los ojos. Eso es bonito.
Para Ana, Juan, su pareja es de un valor enorme para no aislarse del mundo. ¿Las personas estamos preparadas para vivir solas?
Sí, absolutamente, pero no continua y completamente solas. Yo, particularmente, valoro mucho mi independencia, disfruto mucho de mi soledad, pero me entusiasma estar con mi chica, con mis amigos, con mis padres… Creo que la soledad es necesaria. Nos ayuda a conocernos. Te diría que es imprescindible. Te forma, te hace crecer. Yo necesito un espacio propio. De hecho, creo que todos lo necesitamos. Pero compartir es hermoso y suma a nuestro yo, te hace mejor.
¿Qué nos puede decir de los dos actores que protagonizan La Tierra llamando a Ana, Laia Manzanares y Javier Pereira, dos jóvenes valores de nuestro cine actual?
Laia es asombrosa. Hará cuanto se proponga. Es talento en bruto. Verla trabajar es una delicia. Verla en pantalla es asombroso. Lo habrás comprobado viendo el corto. ¿De dónde sale un ser así? Es una mujer muy trabajadora, muy exigente, muy generosa. Probablemente uno de los mayores talentos que me haya topado nunca. No ha habido un “pero” a nada durante el proceso. Todo ha sido sumar. Ha sido una gozada verla junto a un grande como Javier. Estoy deseando verla junto a otros gigantes. Van a sudar a su lado. Brilla mucho.
Javier es un actor consolidado. Un profesional que ha sido muy generoso conmigo y con el proyecto. He tenido la fortuna de contar con un actor galardonado con un Premio Goya. Ha sido muy fácil trabajar con él. Enseguida coincidimos en cómo perfilar y poner en pie el personaje. Intuitivo, con escucha, respetuoso, inconformista. Una suerte tenerle a bordo.
Para finalizar, ¿cuál es el futuro de La Tierra llamando a Ana?
Como imaginarás, lo primero es recorrer festivales. Ojalá nos seleccionen en muchos. Tengo muchas ganas de que el público vea este trabajo y de comprobar si le llega, si le inspira, si le mueve por dentro. Eso sería un triunfo personal. A eso aspiro al rodar.
Paralelamente tenemos intención de desarrollar una tarea docente, de encuentro. Es algo que me interesa mucho. La temática, las peculiaridades del personaje de Ana, la presencia tan fundamental de la música… Son muchos los elementos que podrían permitirnos llevar a cabo talleres, acercarnos a los más jóvenes y a los no tan jóvenes. Charlar sobre cine, sobre historias, sobre cómo proponerte proyectos y llevarlos a cabo… Eso me apetece mucho. Si todo va bien, en breve arrancaremos con ello.
Ojalá sea un futuro largo el de La Tierra llamando a Ana. El esfuerzo del equipo, el amor con el que se ha trabajado en la película y el gigante tan hermoso que veo cuando la proyectamos creo que bien lo merece.
Fotografía de portada de Txuca Pereira.