Las leyes de la frontera es lo último de Daniel Monzón. Su trayectoria como director y guionista de cine avala a una película que homenajea al cine quinqui de los 70/80 y ofrece una bella historia de amor en la España de la Transición. La novela del mismo título de Javier Cercas ha encontrado aquí una estupenda adaptación a la gran pantalla.

¿Por qué y cómo surge en Daniel Monzón el deseo o la necesidad de dirigir una película como Las leyes de la frontera?
Surgió al terminar de leer la novela de Javier Cercas. La leí en una sola noche. Al cerrar el libro dije: “Quiero llevar esta historia a la pantalla”. Me emocionó profundamente el triángulo amoroso y de amistad que se establece entre Nacho, un chico de clase media, que se enamora hasta las trancas de una quinqui, Tere, y que por amor cruza al otro lado de la frontera. Se mete a delinquir, enamorado, pero también porque encuentra la amistad de Zarco, que es el jefe de la banda y el chico de la muchacha de la que se enamora. Y esa historia me emocionó mucho. Tenía muchas ganas también de hacer directamente una historia de amor; esta historia de primer amor, de amor adolescente.
Y surge esta película, Las leyes de la frontera, que se puede enmarcar en ese género de cine quinqui que realizadores como José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia llevaron a lo más alto y que secundaron otros como Carlos Saura, Armendáriz, Iquino, Gutiérrez Aragón, Vicente Aranda…
Sí. En el 78 yo era un chaval. Todo aquel mundo de los quinquis lo viví bastante cerca. Yo vivía en un edificio que estaba al final de la ciudad, igual que el protagonista de esta historia, y desde mi ventana veía los descampados por los que se movían los quinquis; que me atracaron más de una vez. Y coincidí con ellos en distintos ambientes, en los recreativos… uno incluso vino a clases conmigo unos meses… Y era una figura la de los quinquis a la que veía con una mezcla de temor y fascinación. Como chaval de clase media, obediente a las normas, veía a todos aquellos chicos viviendo en una especie de comuna que transmitían la sensación de vivir como querían. Como una pandilla libre y salvaje que me llamó mucho la atención. Esta experiencia y lo interesante de la historia de amor y amistad de los personajes de la novela de Javier Cercas me empujaron a crear esta película. Había una conexión emocional adolescente.
Al adaptar al guión de la película la novela de Javier Cercas, ¿ha habido intención de ser lo más fiel posible a la obra o te has tomado alguna licencia?
Claro. Cuando el propio Javier Cercas vio la película lo dijo, y no puedo estar más de acuerdo con él. Y me alegra que sea tan inteligente para verlo claro. Para ser fiel al espíritu de una novela has de ser infiel a la letra. Tienes que transmitir lo mismo que él transmite en 300 páginas, y que en tres líneas él puede hacer un monólogo interior que has de recomponer de otra manera para llegar a expresar un sentimiento parecido. La película es una cosa y la novela es otra. Aunque ambas comparten el mismo espíritu. Para mí fue una alegría cuando Javier me dijo que la película le había parecido fantástica, que es trepidante. Me dio la enhorabuena, me reconoció que estaba hecha con mi estilo pero reconociendo la esencia de su novela. Una adaptación para un director de cine es como su partitura. De hecho, cada lector cuando lee construye su propia película. Lo que significa Las leyes de la frontera en la pantalla es mi visión de la novela de Javier Cercas. Se la ofrezco a los espectadores, a los que han leído el libro y a los que no.
Se suele decir que es muy difícil ser totalmente fiel a un libro cuando se lleva al cine…
Así es. De hecho, si te quieres agarrar al libro con una fidelidad total vas a fracasar. No vas a poder transmitir lo que el libro les transmite a los lectores. Tienes que coger los sentimientos, ir a la esencia, y construir de una manera que te haga sentir lo mismo que te hizo reaccionar al leerlo.

Deduzco por tus palabras que ha habido buena sintonía con el autor.
Absolutamente. Javier es muy generoso, muy inteligente, y nos dejó total libertad. Confió en nosotros. Y cuando ha visto el resultado ha quedado completamente encantado. Y yo estoy feliz (risas).
Con una trayectoria como la que llevas en el cine, como director y guionista, con películas como Celda 211, El niño, La caja Kovak… ¿Cómo se afronta otro proyecto como ha sido este de Las leyes de la frontera?
Cada vez que me embarco en una nueva película me lo tomo como un reto. De hecho tiene que implicar un reto en sí misma. Tiene que ser un desafío. Si no es así no me interesa. Y esta película, lo que me empujaba a hacerla, el reto que contenía, era precisamente transmitir de la misma manera conmovedora como lo hace Javier Cercas en su libro, ese bellísimo y a la vez triste triángulo amoroso: Nacho, Zarco y Tere. Tenía muchas ganas de hacer una película de amor adolescente. Con toda la intensidad que tiene un primer amor. Algo que no olvidaremos nunca. Y ese era el gran reto de esta película. Con la combinación de toda su carga de espectáculo, del fondo social de la Transición, la reconstrucción de esta época, la España del 78… Eran muchas cuestiones las que había que desarrollar.
De Las leyes de la frontera decimos que es una película quinqui, pero contiene muchas tramas…
Exacto. Lo quinqui es un contexto para la película. En el fondo, lo que la empuja es esta historia de amor. Lo que ocurre es igual que en Romeo y Julieta; uno de ellos es Capuleto y otro Montesco y tienen ese enfrentamiento familiar. Aquí ese enfrentamiento, para que esa historia de amor sea tan complicada, está en el título de la película: Las leyes de la frontera. Si has nacido a un lado o a otro de la frontera, la sociedad te dedica un lugar o te mira de distinta manera. Hay cierto determinismo social. A este chico de clase media la sociedad está más dispuesta a verle con simpatía un cierto desliz, a jugar durante un tiempo a ser delincuente, que a los propios delincuentes que han nacido en el otro lado. A esos se les destina al agujero y nadie les mira con simpatía nunca. Es una historia de amor que tiene una crítica social. La película hace una semblanza de la España de la Transición. De una Transición que se vivió de distinta manera según en el lado de la frontera en la que habías nacido.
De un compositor habitual en tus películas como Roque Baños has pasado al grupo Derby Motoreta’s Burrito Kachimba para hacer un gran trabajo en la composición de la banda sonora. Era necesario otro tipo de música para una película como Las leyes de la frontera, ¿verdad?
Roque Baños es maravilloso. Pero aquí había que buscar otra música. Hablé con los Derby para que compusieran una canción. La música tiene una importancia capital en la película. Por un lado hay temas de la época, de Las Grecas, de Smash, de El Pelos…, pero quería que también hubiera canciones de ahora que sonaran como en la época. Cuando empecé a plantear esta idea, me dije, la música tiene que ser de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Al hablar con ellos decidí que no sólo quería de ellos una canción, sino más de una. Tenían que hacer la banda sonora. Porque esta visión de aquel universo quinqui es una visión desde el 2021, contemporánea. Aquellas películas de los 70 y los 80 estaban interpretadas por quinquis reales, que les daban un gran realismo. Ahora esos quinquis ya están muertos. Y esta película recrea aquel universo pero desde el recuerdo que tenemos en el presente. Y desde mi recuerdo en la actualidad. La música de los Derby es como aquella pero sofisticada, idealizada, llena de un componente contemporáneo, con una fuerza que le da mucha vida a la película. El tema principal es precioso. Y la música que han compuesto para los atracos, las persecuciones… te hace vibrar. Saltas en la butaca. Ha sido una colaboración maravillosa. Ya somos amigos hasta más allá de la frontera y de lo que se ponga por delante (risas).
Fotografía de portada de Andrea del Zapatero.