El director y guionista malagueño ha estado en Sevilla presentando en el Festival de Cine su última película, La Fortaleza, una comedia negra en la que el humor y la crítica se dan la mano para crear una historia ágil, amena, divertida y mordaz. Ha estado con parte del reparto de la misma: Fernando Cayo, José Manuel Poga, Vito Sanz, Goya Toledo, Carla Nieto y Fernando Tejero. A pesar de sus tablas, no en vano en él también encontramos una importante experiencia teatral, Chiqui Carabante reconoce sentirse nervioso en momentos como el vivido en la capital hispalense ante el estreno de uno de sus trabajos…
Una vez terminada la película y ya ante el público y la crítica, ¿cómo te sientes en un evento como el Festival de Cine de Sevilla?
Sí, claro. Ahora hay que testar la película ante el público, a ver cómo funciona la película. La hemos proyectado en la cárcel, y por eso de que funcionara con el público de allí ha sido importante. Hoy (en vísperas de la presentación en Sevilla) estoy menos nervioso. Mañana empiezo la octava semana de rodaje de una serie que estoy haciendo aquí en Sevilla; estoy cansado y menos nervioso, pero siempre la confrontación con el público… y la crítica…, la exposición… Es como si salieras desnudo ante un montón de gente.
Es la nota del examen, ¿no?
Exacto (risas). Y a ver cómo salen las cosas que has pergeñado. He ido testando. Sobre todo con el equipo, con amigos, a los que les vas enseñando el montaje. A ver qué tal funciona. Pero ahora es la masa.
¿Qué te llevó a rodar la película en Extremadura?
La localización, la casa. Había allí una casa que era la bomba. La había hecho Aníbal González, el autor de la Plaza de España de Sevilla. Y la localización era brutal. Nos costó mucho trabajo encontrar algo así. Miramos en Madrid, en Málaga, aquí en Sevilla. De hecho, en Sevilla encontramos una que nos gustó. Pero el alquiler era carísimo.
En La Fortaleza ahondas en el tema de la familia, las diferencias, las rencillas entre sus miembros, las disputas por una herencia… Hablamos de un tratamiento desde el punto de vista de una comedia de humor negro, pero no deja de ser una realidad con la que nos solemos encontrar.
Sí, así es. La herencia. Pero lo he dicho hace poco. No creo que sea sólo la herencia material sino que cuando ocurre el fallecimiento de los padres se da una recolocación emocional de la familia. Hay peleas por lo material pero en realidad lo importante es lo emocional. ¿Dónde te colocas?
La importancia de la educación desde pequeño, que te lleva a vivir una vida que, quizás, cuando te haces mayor no es la que quieres realmente.
Sí, sí. Cuando te das cuenta de que eso no es lo que quieres. No sabes quién eres, o estás en un sitio que no es el que deseas.
Los personajes tienen un conflicto interno porque no saben en qué sitio se colocan.
Sí, y después son despojados de todo, del apellido… de todo. Hay algo de pérdida al final.
El trabajo con los actores, según cuentan ellos ha sido muy bueno, la convivencia, estupenda. Y, además, la película cuenta con la participación de un actor muy relevante en el cine español como Manolo Zarzo, en el papel del padre.
Bueno, para mí era muy importante que el patriarca entroncara con una tradición de ficción de actores españoles que estaban en Estudio 1, en Juncal… Es que Manolo Zarzo tiene 231 entradas en IMDb. Creo que no hay actores que las tengan. Pocos americanos las tienen. Para mí era muy importante esa cara que conectara con eso. Y lo de la convivencia con los actores… Ellos han sido unos entregados. Les he pedido cosas que han hecho y ellos me han ofrecido cosas que yo no esperaba. Ha estado todo maravilloso.
El guión lo has coescrito con Salvador S. Molina y David Orea. ¿Cómo fue ese proceso de creación y escritura?
Pues muy divertido. Yo hice una versión del guión y sabía que podía llegar a más. Necesitaba vitaminas. Y ellos se la dieron. Nos lo pasamos muy bien. Escribir en compañía una comedia es muy divertido.
Volviendo a los actores, destacan mucho ese toque personal que le das a la película. Es bueno que los actores hablen tan bien de su director, ¿verdad?
Sí, es buenísimo (risas). Estoy muy contento. Me lo paso muy bien con los actores. Muy bien. Mi formación primera fue en el Instituto del Teatro, como actor. Para mí son compañeros. Quizás esté más cercano a ellos que de toda la parte técnica, a veces.
Incluso alguien ha dicho que la película es muy “carabantesca”. No sé si ya habías oído ese calificativo o te resulta nuevo.
(Risas). No, no, no lo había oído nunca (risas). Muy bonito, muy bonito. No lo sabía. Genial, genial. A ver si sigo haciendo más cosas y afianzo eso (risas). Como todas esas cosas no me las dicen… Me entero ahora. Como la película es, entre comillas, de bajo presupuesto, a ellos los cuidamos mucho. Todo es un esfuerzo muy artesanal. Hay un toque familiar dentro de esto.
¿Tienes la sensación de haberle sacado a la película todo el jugo que pretendías?
Sinceramente, nunca tengo esa sensación. Siempre me quedo… Hago teatro, televisión… y veo las cosas, y a veces piensas que algo va a quedar de p… madre, y otras veces dices, “no he llegado”, ya sea porque he tomado la decisión no acertada, o porque no he podido hacerlo en ese momento. Pero a veces sí estás muy contento con una secuencia, un par de secuencias. Y otras veces dices, “uy, me ha faltado”. Me pasa con todo. Y creo que es un motor para seguir. Si hiciera una película perfecta, seguro que no movía un dedo más.
Y hay que seguir cuidando a la comedia, un género tan complicado.
Por lo menos la tragicomedia es el género más real que hay. Hay que cuidarla. En España hemos tenido una tradición buenísima, con Berlanga, Tip y Coll… Es decir, tenemos un humor muy genuino que no deberíamos perder. El humor negro es lo más genuinamente español que hay. Aquí corre más el chiste que la noticia. Vivimos otra época, pero siempre he vivido con esas dos vertientes. Te enteras de que ha pasado algo y de repente hay chistes sobre eso.
Además, La Fortaleza es una película con la que te ríes mucho pero no utiliza un humor forzado, sino que es sutil. No debe de ser fácil hacer reír sin forzar la risa.
Sí. La comedia hay que tomársela en serio. Es como más risa te da. No es un invento mío, pero la tragedia y la comedia son cuestión de tiempo. Sí, hay que tomársela en serio. Por lo menos la que a mí me gusta. El apartamento es una tragedia. Es bueno reírnos, es sanador. No nos podemos tomar la vida tan en serio.