'Matadero, una cruda metáfora de la condición humana'

A mediados del siglo XIX, Esteban Echeverría escribió El matadero, un cuento publicado veinte años después de su muerte en 1871. Con otro siglo por medio, Santiago Fillol nos ofrece una intensa, realista y dura película, Matadero, inspirada en aquella obra y cuyo guión ha coescrito con Edgadro Dobry y Lucas Verma. En el relato inicial, Echeverría se asoma a la situación sociopolítica que se vive en Argentina durante el régimen de Juan Manuel de Rosas. En los 23 años de su mandato, la población sufrió la dureza y la crueldad de su gobierno autoritario. 

En pleno siglo XXI, aquella historia se sigue repitiendo en gran parte del universo y Santiago Fillol ha creado una obra cinematográfica propia, como decimos, con el fondo de la de Echeverría, pero adaptada a su visión actual, al presente que vivimos.

Matadero, una cruda metáfora de la condición humana

El individuo pierde su condición, su personalidad y es arrastrado a ese matadero donde le espera la muerte, física, pero a la vez ideológica.

En Matadero, Santiago Fillol basa la narración de su historia en el plan de trabajo de un director estadounidense, Jared Reed, excéntrico, obsesionado con la búsqueda y la plasmación en la pantalla del realismo de las escenas rodadas, que pierde los apoyos económicos de su productor y ha de continuar, como sea, con su épica particular y vital. El rodaje se desarrolla en la pampa argentina y la película recibe el nombre que da título a la obra de Fillol

Reed ha de retomar un proyecto que se ha quedado aparcado por falta de financiación, y acude a un grupo de actores aficionados que interpretan teatro político. Con ese anzuelo, los jóvenes artistas de tendencia política de izquierda aceptan embarcarse en una aventura alocada, una fábula sobre la lucha de clases entre un grupo de trabajadores asesinados por sus jefes en 1974. 

Matadero, una cruda metáfora de la condición humana

Santiago Fillol se basa en la laxitud de las escenas y los diálogos para esconder una tensión que subyace en la relación entre los actores y el director, y esa trama que se va tejiendo por las autoridades para el control de los disidentes políticos. Silencios que dan paso a una música perfectamente estudiada, la compuesta por Cristóbal Fernández y Gerard Gil

En Matadero, cine dentro del mismo cine, podemos ver a Julio Perillán, Malena Villa, Ailin Salas, Rafael Federman, Lina Gorbaneva, Ernestina Gatti y David Szechtman. 

Coproducida por Argentina, España y Francia (Magoya Films, El Viaje Films, 4 à 4 Productions, Nina Films y Prisma Cine, es también un homenaje ¿y una reivindicación? sobre el cine que en la actualidad vive en el debate entre su visualización en las pantallas de las salas o en las televisión del salón de nuestros hogares: “La escena que se representaba en el matadero era para ser vista, no para ser escrita”, escribió Esteban Echeverría, para a continuación, la voz en off de la protagonista, una de las ayudantes de dirección de Jared Reed nos dice: “Uno nunca sabe lo que filma hasta que lo ve en grande”.

Matadero participa en la Sección Oficial de la 19 edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla.

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