Si por algo se caracteriza la filmografía de Carlos Marques-Marcet es que siempre nos plasma la vida de una forma cruda y real. Esta premisa la ratifican 10.000km, Tierra firme y la última de sus creaciones, Los días que vendrán. Casi podría recordarnos a la famosa trilogía de Richard Linklater dada la creación de vínculos que existen entre los personajes de cada una de ellas.
Por otra parte, Marques tiene otro punto a su favor, y es que su cine independiente, además de abrirnos fronteras, nos abre los ojos ante la diversidad de vivencias y creencias por las que puede pasar una persona a lo largo de su vida, como ya he dicho, con un realismo apabullante.
En el caso de Los días que vendrán, Carlos nos presenta a dos personajes, Virginia y Lluís, que se ven embarcados en la aventura (imprevista) de ser padres, con sus respectivas peripecias y devenires. Como dato importante, David Verdaguer (Lluis) y María Rodríguez Soto son pareja en la vida real, y el proceso de embarazo que se muestra es el de ella misma, por lo que les da aún más realismo, si cabe, a las acciones. Aun así, los actores se meten en el pellejo de dos personas opuestas a ellas, llevándolos a extremos de forma magistral. Miedos, expectativa y realidad convergen en la vida de dos personajes que podríamos ser nosotros mismos.
David Verdaguer es el protagonista legítimo de los éxitos que ha conseguido Marques en los últimos años. Le ha acompañado en los tres filmes mencionados anteriormente y es su alter ego. Por su parte, María Rodríguez nos muestra su lado más intimista en un ambiente en el que no existe.
Sin duda, el filme rompe con ciertos tabúes que se crean respecto a la maternidad. Nos muestra una realidad sin ningún tipo de frivolidad, destacando todos aquellos puntos que un embarazo puede dar de sí (tanto positivos como negativos, desde la euforia inicial hasta las dudas que te pueda crear, la pérdida de empleo…). Es una apuesta arriesgada, pero a la que no se le puede sacar ningún tipo de aspecto negativo.