Protagonizada y dirigida por el propio Gábor Reisz, en Bad Poems encontramos el mundo casi onírico de Tamás, quien se ve desconsolado tras su ruptura con su novia Anna. En un bucle de autocompasión, decide viajar a casa de sus padres, donde se encuentra con un cúmulo de recuerdos que van desde lo más profundo de su infancia hasta su ya lejana adolescencia, y donde encontramos el por qué de la forma de ser de Tamás. Decide averiguar si el amor existe e intenta recomponerse. Regresa a Budapest para redescubrirse consigo mismo.
Lo más imperceptible del filme, pero que irónicamente es la gran piedra angular, es sin duda la crítica que hace sobre la sociedad actual, obsesionada por encontrar el amor sin saber con exactitud qué es o hasta dónde puede llegar. Es una sociedad, o quizás generación, que está en una eterna insatisfacción, tanto laboral como personal.
Es imperceptible, por el hecho de que Tamás está centrado en encontrar dónde falló, en qué edad o en qué momento se desprendió de su yo más cercano al amor, y nos materializa este mensaje en el personaje de Tamás. Nos narra sus primeras novias, con sus respectivas rupturas y desencantos, hasta llegar a Anna, todo esto combinado con saltos temporales que hacen más ameno el visionado.
Bad poems es un filme minimalista, que no ostenta ni quiere más de lo que puede dar, pero que sin embargo, ha sido un éxito en su país, Hungría, y ha sido ganadora de los Premios del Jurado y del Público en Turín. Esto demuestra una vez más que no todo es blockbuster. Nos quiere mostrar la dramedia por la que pasa Tamás, pero que sin duda, tiene un mensaje esperanzador. El amor ha estado en todos los años de su vida, en los 7, los 14, los 17 y los 33 (son todas las edades que se repasan), de una manera u otra, siempre acompañándole.